Ossa, de la OMC: El comercio es tanto la causa como la solución del cambio climático
El comercio puede tener efectos cada vez más negativos sobre el medio ambiente y el cambio climático. Sin embargo, la política comercial, con los incentivos correctos, también puede aportar soluciones a estos desafíos. Jennifer Freedman, directora de edición del Trade and Sustainability Review del IISD, entrevista al economista jefe de la OMC, Ralph Ossa, para discutir estos detalles.
Los activistas del cambio climático a menudo han apuntado al comercio internacional como una de las principales razones del aumento de la temperatura y de la proliferación de fenómenos climáticos extremos a lo largo de todo el planeta. Incluso la Organización Mundial del Comercio (OMC) destacó en una nota informativa de 2021 que la producción y el transporte de bienes y servicios exportados e importados generan hasta el 30% de las emisiones de gases de efecto invernadero a nivel mundial.
Pero Ralph Ossa, el nuevo economista jefe de la OMC, afirma que el comercio puede ser “una parte importante de la solución” para el cambio climático si se aplican los incentivos correctos.
“El comercio tiene mala reputación en lo que respecta al cambio climático porque la gente lo asocia con las emisiones del transporte”, señaló Ossa en una entrevista. “Pero las emisiones del transporte son sólo una pequeña parte de las emisiones totales, y existe una gran variedad de emisiones provocadas por la producción en los países, por lo que importar es, a menudo, la opción más ecológica. “Comprar ecológico no es lo mismo que comprar local”.
Ossa, profesor de Economía de la Universidad de Zúrich, quien asumió en enero su nuevo cargo de economista jefe y director de la División de Estudios Económicos y Estadística de la OMC, sostiene que la aplicación de incentivos adecuados —como un impuesto “apropiado” sobre el carbono— liberaría el potencial ecológico del comercio internacional.
Comprar ecológico no es lo mismo que comprar local.
“Recientemente hemos demostrado que esto tiene un enorme potencial, simulando los efectos de un impuesto global sobre el carbono de USD 100 por tonelada en un modelo de la economía mundial”, agregó.
¿El resultado? “Descubrimos que más de un tercio de las reducciones obtenidas de las emisiones se deben al green sourcing o, más generalmente, a que los países se especializan en aquello que son relativamente más verdes. Por ende, existen grandes beneficios ambientales derivados del comercio, que debemos aprovechar para hacer frente al cambio climático”.
Asimismo, Ossa afirmó que una acción climática decisiva sólo es factible si se obtiene a un costo económico razonable.
“La economía puede ayudarnos a encontrar las soluciones más eficientes y, por lo tanto, debe ser una parte importante del debate. Un mensaje clave que se desprende de las investigaciones en materia económica es que debemos adoptar el comercio internacional como una herramienta para la lucha contra el cambio climático”.
En su emblemático Informe sobre el Comercio Mundial 2022, publicado en noviembre en la 27ª Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, la OMC afirmó que sus simulaciones indican que eliminar los obstáculos al comercio de determinados bienes ambientales relacionados con la energía podría disparar las exportaciones un 5% para 2030 y reducir las emisiones mundiales un 0,6%. Según el informe, la cooperación comercial internacional podría limitar el aumento de la temperatura media mundial por debajo de 2ºC para 2050. Además, el comercio tiene un efecto multiplicador en los esfuerzos de adaptación y mitigación de los países, ya que reduce los costos y aumenta el impacto.
“Sabemos que hay grandes beneficios económicos del comercio si los países se especializan en aquello para lo que son relativamente buenos”, señaló Ossa, 44. “En esta misma línea, existen grandes beneficios ambientales del comercio si los países se especializan en aquello en lo que son relativamente ecológicos”.
Servicios y Subvenciones
Otra publicación de la OMC, el Barómetro sobre el Comercio de Servicios lanzado a fines de diciembre, prevé que es probable que el comercio de servicios “siga siendo suave” en los primeros meses de 2023. No obstante, Ossa señala que las posibilidades del comercio de servicios han “mejorado enormemente” en este tiempo, en gran parte debido a la decisión de China de reabrir sus fronteras el 8 de enero. Ossa indica que se estima que esto aumentará el transporte de pasajeros, así como el turismo mundial, que representó casi el 25% del comercio de servicios antes de que estallara la COVID-19.
“Ambos sectores se mantuvieron en 2022 muy por debajo de los niveles anteriores a la pandemia. Esto ayudará a compensar el menor crecimiento del transporte marítimo este año, ya que las tarifas mundiales de los fletes marítimos volvieron a la normalidad a finales de 2022, después de dispararse en los últimos dos años”.
Aun así, el New York Times informó el 29 de enero que, si bien ha habido un “repunte” en el número de turistas chinos a destinos cercanos como Macao, Hong Kong, Tailandia y Singapur, “los destinos más lejanos siguen esperando”. China envió más viajeros al extranjero que cualquier otro país antes de la pandemia, con unos 150 millones de turistas chinos que gastaron más de 277.000 millones de dólares en destinos extranjeros en 2018.
A pesar del alentador pronóstico para el comercio de servicios, los planes anunciados recientemente por Estados Unidos y la Unión Europea de subvencionar sus industrias nacionales tienen preocupados a muchos —especialmente a los países en desarrollo y a los actores más pequeños que intentan hacerse un lugar en las cadenas de valor mundiales.
En cuanto al impacto en las economías en desarrollo de las generosas subvenciones ofrecidas por Estados Unidos —a través de la Ley de Reducción de la Inflación destinada a proteger a las empresas estadounidenses del impacto de la suba de precios y a subvencionar las inversiones en las nuevas tecnologías verdes— y por la Unión Europea —producto de las normas revisadas sobre la ayuda estatal para ayudar a los Estados miembros a hacer frente a las secuelas de la guerra en Ucrania—, Ossa declaró:
“Los países en desarrollo han expresado su preocupación por los grandes programas de subvenciones que se están poniendo en marcha en Estados Unidos y la Unión Europea. Se ven a sí mismos como probables perdedores en la carrera de las subvenciones, ya que carecen de capacidad fiscal para contrarrestarlas con medidas propias. Dicho esto, también es importante reconocer que en materia de subvenciones, no todo es blanco o negro. Por ejemplo, se puede argumentar a favor de las subvenciones verdes en la lucha contra el cambio climático”.
Se puede argumentar a favor de las subvenciones verdes en la lucha contra el cambio climático.
La Unión Europea, preocupada por la posibilidad de que los USD 369.000 millones de la Ley de Reducción de la Inflación afecten la competitividad de las empresas de la UE en Norteamérica y provoquen un éxodo empresarial al otro lado del Océano Atlántico, presentó el 1ero de febrero su propio Plan Industrial del Pacto Verde para apuntalar la industria verde del bloque.
Ossa afirma que ha iniciado su nuevo trabajo “sobre una base sólida” gracias al trabajo de su antecesor, Robert Koopman, quién se retiró de la OMC en julio pasado para unirse a la Escuela de Servicio Internacional de la American University en Washington, D.C. “Pero, por supuesto, también tengo muchas ideas nuevas, que espero nos ayuden a dar el siguiente paso. Una de ellas es que me gustaría aprovechar mis fuertes lazos con el mundo académico para involucrar a la comunidad académica en investigaciones pertinentes para la OMC.”
“Mi principal objetivo como economista jefe es apoyar a la OMC en su misión de facilitar la cooperación torno a la política comercial aportando investigaciones y análisis pertinentes”, declaró Ossa, quien disfruta de practicar senderismo en las montañas suizas con su mujer y sus dos hijos cuando se quita el traje de economista. “Creo que necesitamos más que nunca la cooperación multilateral en un mundo cada vez más complejo”.
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