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Policy Analysis

El Papel del Comercio Agrícola para Reducir las Desigualdades

Si bien el comercio internacional ha impulsado el crecimiento económico y reducido la pobreza en todo el mundo en las últimas décadas, sus beneficios se distribuyen desigualmente entre los países del mundo y dentro de ellos. Ekaterina Krivonos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura analiza cómo la política comercial puede ayudar a que el comercio sea más inclusivo en el sector agrícola.

Por Ekaterina Krivonos on 2 de marzo 2022

El Comercio es un Motor de Crecimiento Económico

Durante las últimas décadas, el comercio internacional —junto con la adopción de tecnología, los bajos costos de transporte y la liberalización financiera— ha impulsado el crecimiento económico en el mundo entero y contribuido a la reducción de la pobreza. Sin embargo, la relación entre la liberalización comercial y la desigualdad en los ingresos sigue siendo controvertida, con un impacto heterogéneo en los diferentes países, sectores, empresas, trabajadores y hogares.

En general, los efectos positivos de una mayor integración comercial de las economías suelen enmascarar importantes disparidades en la distribución de los resultados dentro de los países, con beneficios para los hogares más ricos y urbanos, y menos beneficios o efectos negativos para los trabajadores no cualificados y los hogares rurales pobres. Una de las razones es la rigidez del mercado, especialmente presente en los países en desarrollo, que incluye la falta de una mayor reubicación de la mano de obra entre los sectores.

El Comercio Agrícola Puede Mitigar o Agravar las Desigualdades

La pobreza se concentra de manera desproporcionada en las zonas rurales, donde la agricultura es el medio de vida predominante. Si bien el volumen de crecimiento del comercio agrícola se ha ralentizado en comparación con décadas anteriores y se espera que siga siendo relativamente bajo, continúa siendo un generador importante de ingresos en los países en desarrollo. Desde 1990, la participación de los países en desarrollo en la exportación mundial de agroalimentos aumentó aproximadamente de un tercio a casi la mitad en la actualidad, lo cual se vio ampliamente impulsado por la reforma de las políticas comerciales implementadas en estos países.

Modificar las medidas relacionadas con estas políticas (por ej., aranceles, cuotas o impuestos a la exportación) posee efectos inmediatos en la desigualdad a través de cambios en la producción económica, los precios, el empleo, los salarios, el consumo y los ingresos públicos. Normalmente, la apertura comercial aumenta los ingresos en los sectores competitivos debido a un mayor acceso a los mercados extranjeros y al crecimiento de la exportación. Sin embargo, la reducción de los obstáculos comerciales en sectores competitivos en materia de importación, como la agricultura, donde persisten las deficiencias y asimetrías de mercado, suele dar lugar a una disminución de los ingresos, los salarios y el empleo en las zonas rurales, ocasionando que algunos agricultores abandonen el sector.

A largo plazo, los efectos del comercio sobre la transferencia de tecnología, la productividad, la competencia, las estructuras de comercialización, la inversión y el desarrollo de infraestructura también juegan un papel importante en la determinación de cambios en los ingresos, los niveles de pobreza y la desigualdad. Las implicancias para el empleo y el presupuesto estatal son de particular relevancia, tanto para la generación y apoyo a los ingresos como para garantizar el acceso a servicios y programas públicos esenciales —que también tiene implicancias duraderas para el bienestar de los segmentos más pobres de la sociedad y su movilidad social.

Al mismo tiempo, la expansión del comercio habitualmente beneficia a los consumidores, quienes obtienen acceso a alimentos más baratos y diversos, algo que afecta positivamente su nutrición y salud y, eventualmente, genera mejores oportunidades económicas para los pobres y una mayor inclusión. Abordar la malnutrición infantil mediante el acceso a una dieta más diversa y saludable, incluso mediante el comercio, resulta fundamental para resolver los problemas relativos a la desigualdad a largo plazo.

Efectos Dispersos de la Apertura del Comercio Según el Grupo Poblacional

Los efectos del comercio pueden variar en gran medida según el nivel de educación y para los hombres y mujeres, con amplias implicancias en términos de desigualdad dentro de los hogares y en la economía en general. Obtener acceso al mercado para sectores con una amplia participación de mujeres empleadas (exportación textil o de flores, por ejemplo) puede generar más ganancias para estas, lo cual ha demostrado mejorar la nutrición, salud y escolaridad de los niños, afectando sus vidas a largo plazo. Si en cambio la apertura del comercio genera una mayor demanda de productos provenientes de industrias dominadas por hombres, tales como la minería o la pesca, y expone a una mayor competencia a los sectores que involucran una alta participación de mano de obra femenina, esto puede llevar a la pérdida de independencia financiera de las mujeres y, ante la falta de una red de seguridad social, somete a los hogares liderados por estas a vivir en condiciones precarias.

Los efectos de la apertura del comercio son altamente heterogéneos para los diferentes sectores económicos y grupos poblacionales, generando posiblemente una mayor desigualdad.

Como resultado, los efectos de la apertura del comercio son altamente heterogéneos para los diferentes sectores económicos y grupos poblacionales, generando posiblemente una mayor desigualdad, en especial cuando la movilidad laboral entre los sectores es limitada.

Se Necesitan Medidas Complementarias para Lograr una Mayor Igualdad

Las limitaciones para lograr una distribución más equitativa de los beneficios del comercio agrícola incluyen políticas ineficaces para abordar las desigualdades subyacentes y los problemas estructurales. Entre ellas se incluyen programas de desarrollo agrícola y sociales mal orientados e insuficientemente financiados; discriminación en base al género o la marginalización de grupos específicos (por ejemplo, de pueblos indígenas o trabajadores migratorios) para obtener recursos productivos; obstáculos persistentes que enfrentan los pobres, las mujeres y los jóvenes para acceder a créditos, conocimientos y mercados; y un poder excesivo del mercado en el procesamiento y comercialización de diversas partes de las cadenas de valor agrícola.

Desarrollo de oportunidades comerciales debe ir de la mano de políticas fiscales sólidas para reducir las desigualdades a través de la redistribución y una mejor asignación del gasto público en redes de seguridad, educación y programas laborales que amplíen las oportunidades de empleo.

Por lo tanto, el desarrollo de oportunidades comerciales debe ir de la mano de políticas fiscales sólidas para reducir las desigualdades a través de la redistribución y una mejor asignación del gasto público en redes de seguridad, educación y programas laborales que amplíen las oportunidades de empleo, especialmente entre los pobres rurales y urbanos.

Tornar el Comercio Más Inclusivo Requiere un Análisis Riguroso y Acciones Decisivas

Los Gobiernos deberían prestar la debida atención a los efectos distributivos de las políticas comerciales, comenzando por identificar y luego abordar proactivamente las ventajas y desventajas surgidas inevitablemente tras cualquier reforma, implementando medidas complementarias para garantizar que los beneficios sean distribuidos de manera equitativa, tanto dentro como entre los países. Las evaluaciones previas a los efectos distributivos de las medidas comerciales deben informar las decisiones de políticas. Además, es preciso evaluar las reformas de políticas pasadas —por ejemplo, aquellas que provienen de los acuerdos comerciales— para entender su impacto en los resultados, en la igualdad de género, en las oportunidades para los jóvenes y la inclusión social, a fin de aprender lecciones a futuro.

Un mayor acceso a la educación, capacitación, información y programas destinados a fomentar la movilidad geográfica y entre sectores para los trabajadores constituyen una necesidad urgente para que el comercio se torne más inclusivo.

Garantizar una amplia base de beneficios del comercio agrícola requiere esfuerzos específicos para asegurar un acceso equitativo y oportunidades económicas para las mujeres, los jóvenes, los agricultores pobres y otros grupos vulnerables. Para reducir los efectos potencialmente negativos de una mayor competencia por importación de alimentos, los pequeños agricultores necesitan tener acceso a financiación, insumos, conocimientos y mercados, así como a oportunidades viables para diversificar sus fuentes de ingresos, incluso fuera de la granja.

Un mayor acceso a la educación, capacitación, información y programas destinados a fomentar la movilidad geográfica y entre sectores para los trabajadores constituyen una necesidad urgente para que el comercio se torne más inclusivo; en particular, beneficiando a la creciente población de jóvenes de países con ingresos bajos y medios. Un enfoque así de multifacético ayudaría a aprovechar el poder del comercio para lograr y mantener una amplia base en torno al aumento de los ingresos, la reducción de la pobreza y una mayor igualdad.

Ekaterina Kimonos es economista senior de la División de Comercio y Mercados de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura.

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